
Nacional puso a prueba el corazón de su gente con un triunfo que vale oro
Las defensas pidieron libre en el increíble partido que terminó 4-3 a favor de los tricolores, que mandan en la Anual.
Aunque su defensa hizo lo imposible por evitarlo, Nacional consiguió anoche en el Centenario una victoria indispensable para sus aspiraciones de ganar el Uruguayo.
El equipo del «Guti» venció 4-3 a Rampla en un partido que amenazó el pulso de los hinchas, y sumó tres puntos que le permiten alcanzar a Peñarol en la cima del Clausura y, además, quedar como único puntero de la Tabla Anual cuando queda apenas una fecha por jugarse.
La fuerza aérea
Si arrancar ganando desde el vestuario es siempre una buena noticia, mucho más cuando se trata de un partido con enorme incidencia en el futuro del Uruguayo.
Ante las miles de personas que visitaron las tribunas del Centenario, Nacional se puso en ventaja ante Rampla poco después del minuto de juego, cuando Viña ganó por las alturas para poner el 1-0, llenar de tranquilidad a los tricolores y demostrar que la marca en la pelota quieta no figuraba en el repertorio de virtudes de los «picapiedras».
La ventaja permite siempre administrar el reloj y bajar la ansiedad, y Nacional la aprovechó para tener la pelota y mantener alejado el peligro de su arco.
Pero una pérdida de «Rafa» García conspiró contra esos planes, y le dio vida a una contra magníficamente iniciada por Juan Albín, que corrió a toda velocidad y asistió a Piñeiro, quien recibió una manito de Laborda (hizo un despeje defectuoso) y mandó la pelota a la red.
El nuevo escenario invitaba a imaginar un libreto en el que la tensión tuviera más protagonismo, pero «Lavandina» se encargó de destrozar esa posibilidad anticipándose a sus marcadores en una pelota quieta y sacando un cabezazo que murió contra el palo y selló el 2-1 dos minutos después del empate de Rampla.
El resultado favorable devolvió el partido al cauce que más le convenía a los tricolores, que sin brillar se las arreglaron para dominar el partido. Sin embargo, la falta de creatividad y efectividad para llegar al fondo conspiraba contra la posibilidad de liquidar cuanto antes las cosas, y dejaba entreabierta la puerta para que Rampla, en un instante de lucidez, volviera a equilibrar la balanza.
El primer tiempo murió como había empezado: con una chance de peligro para el equipo del «Guti». Nació de tremenda asistencia del «Pitu» Barrientos, cuya calidad apareció en cuentagotas pero se hizo notar, quien puso a correr a Viña, que intentó picarla por encima del arquero pero le faltó dirección.
De locos
El segundo tiempo puso a prueba la salud cardíaca de los hinchas. Repleto de emociones, ofreció apenas unos breves pasajes en el que a emoción no gobernó sobre el encuentro.
Fue muy meritorio lo de Rampla, que no se resignó a tomar una postura pasiva, sabiendo que nada de su realidad cambiaría si tomaba riesgos.
Mientras los «picapiedra» jugaban en campo enemigo, Nacional estaba más apagado que en el resto del partido. Le costó tratar la pelota con criterio y encontrar espacios.
El momento más alocado del partido fue cuando, en un lapso de cuatro minutos, hubo tres goles: Saavedra empató tras una gran conexión entre Albín y Piñeiro, «Santi» Rodríguez le devolvió la ventaja a Nacional con un cabezazo pero, instantes después, un tiro de Gaspari se desvió en Laborda y puso el 3-3.
En la tribuna se intercambiaban miradas, con hinchas tratando de comprender si su vecino estaba viendo lo mismo que ellos.
Los tricolores estallaron de alegría a los 79’, cuando un pésimo centro de Barrientos, que empezó a picar casi afuera del área y le dio todo el tiempo del mundo a la defensa para reaccionar, terminó con Fernández metiendo un genial taco que mandó la pelota contra el palo para poner el 4-3.