Los sueños del equipo económico no se parecen a los tuyos
En estos días los ministros Pablo Bartol, Pablo Mieres y la ministra Azucena Arbeleche hicieron referencia a los efectos de la pandemia en la realidad social del País. Suena lógico, los efectos en la vida de las personas trascienden largamente lo sanitario, generándose graves problemas económicos y sociales.
Es así que los ministros anunciaron que la pobreza crecerá en el entorno de 4 puntos, es decir, habrá 140 mil pobres más y que hay más personas durmiendo en la calle que comparado con un año atrás.
Esto se suma a los datos disponibles de desplome del producto bruto interno, caída del salario y pasividades en términos reales y aumento del desempleo.
En estas estadísticas no se recogen las decenas de miles de personas que pueden llegar a un plato de comida gracias a las centenas de ollas populares ya que su sustento económico es insuficiente.
En este triste y desolador contexto, el equipo económico del gobierno de coalición festeja el cumplimiento de la meta del déficit fiscal. Nada más alejado de las necesidades de los uruguayos, nada más desprovisto de sensibilidad y empatía por el sufrimiento del pueblo.
De esta manera, el mencionado equipo económico de nuestra como una entidad adormecida que no logra salir de un esquema mental de mucho daño le hace a los que más sufren y es incapaz de entender que más allá del drama humano en términos económicos será muchísimo más costoso poder volver a la situación prepandemia una vez que ya hay casi mil personas más en la calle o 4 puntos más de pobreza.
En tiempos excepcionales (como lo son estos la pandemia y emergencia sanitaria a escala global) un requisito mínimo para gobernar además de la sensibilidad, es la flexibilidad, la cual brilla por su ausencia en una ministra de economía que pidió que la juzguen por los resultados de déficit e inflación.
Para que no haya más personas en la calle ni decenas de miles de compatriotas más en la pobreza hubiese sido necesario tomar medidas vinculadas a impulsar la economía, a sostener y potenciar las pymes, a generar mayores niveles de inversión pública y fomentar las privadas, y sobre todo a atender el drama social y humano que atravesamos.
Medidas nada originales, ya que son las que se aplican en todo el mundo ante esta situación y que además recomiendan los organismos internacionales, y que empiezan a pedir los propios socios de la coalición.
Esta falta de respuestas coyunturales producto de una somnolencia profunda que le impide mirar más allá los muros de su dogma, su suma a la falta de rumbo estratégico de cara al futuro.
No solo no se atiende el hoy, tampoco se sueña el mañana.
Y es que este equipo económico no tiene sueños, tiene sueño.